Del relato «Lágrimas por mi tierra»
Con la puerta cerrada no se escuchan
las palabras y conversaciones
no se hacen amigos
ni se encuentran senderos de paz.
Con la puerta cerrada
ocultamos los secretos y palabras
que apuñalan por la espalda
dejándonos rendidos, heridos
ante las acciones cometidas
impulsadas por las palabras
pronunciadas al corazón
de los seres heridos por su justicia.
Con la puerta cerrada
nos encontramos con el vacío
el “no pasarán”
y la sinrazón de los hermanos
convertidos en enemigos
y la guerra en sus corazones
y en sus palabras mal sonantes
como si todos fuéramos enemigos.
Dejame decirte
con la puerta abierta
el aire fresco corre
y el ambiente se relaja.
La gente se da la mano
se sientan a conversar
la risa amanece
y el color de la vida vuelve.
Con la puerta abierta.