Del relato «Lágrimas por mi tierra»
Que verguenza ver
que ni en la tempestad
los rivales se unen
para salvar a su pueblo en disputa.
Dar cobijo a los enfermos
un poco de paz a los encerrados
por culpa de un virus
que nos devora no solo el cuerpo
si no las ansias de ser
aquel pueblo de antes.
Ni en la tempestad
aúnan esfuerzos
para hacer de todos
un futuro prometedor
con esperanza en sus capitanes
sin más sangre ni rivalidad
que el esfuerzo
de volver a levantar
nuestro hogar, nuestra vida
nuestro querido país.
Ni en la tempestad
nuestros capitanes se unen
si no que rivalizan por la corona
de un país sumido en la pobreza
por un virus que no distingue
entre ricos y pobres
jóvenes o ancianos
nos ataca por igual
como el ansia de poder
que en sus ojos se ve.
Vuelvo a llorar por mi tierra
por verla desolada
en manos de ineptos
que solo piensan en el poder
en destacar como valedor
de un país en el caos.
Y ahora. Dime
¿Qué hacemos?