Cada día amanezco
cuando tu sonrisa
ilumina tu rostro
dejándome aturdido
inconsciente, asombrado
ante tu belleza
y el recuerdo de la oscuridad
que siempre me envuelve.
No sabes como deseo
cada día amanecer
en el momento justo
que abres tus ojos
y al mirarme
toda tu, sonries
por estar a tu lado.
Afortunado hombre soy
tan vulgar y normal
que un ángel desee
amanecer a mi lado
hasta que la muerte
nos sorprenda
en ese futuro lejano
que viene inexorablemente.
Como cada día
quiero entregarte todo
en un segundo glorioso
y de nuevo comprendo
que solo soy un hombre
y solo puedo entregarte el mundo
segundo a segundo.
En ese segundo mágico
que se convierte en eternidad.