Del relato «Lágrimas por mi tierra»
Desde hace días
contemplo con desánimo
que ya no queda nada
de la ilusión que nos hermanaba
por la cual luchábamos
con esa alegría infantil
de un futuro nuevo.
Ahora la discordia sembrada
por tanta adversidad
nos envuelve el corazón
y decapita el alma
dejándonos con las manos vacías
y la vida encadenada
en un lugar de una cárcel
aprisionada para que no pueda volar.
Y dicen que
ya no queda nada
que estamos vencidos
después de tantas trampas
después de tantas mentiras
contadas por todos.
Y nosotros, los de la calle
miramos con impotencia
como un país se destruye
y nos arrastra con el
al abismo de la unidad nacional
en todo hasta en el desastre.
Ya no queda nada
¿Solo lágrimas por mi tierra?
¿O me levantaré como cada día
para construir mi vida
y la de todos
a pesar de las adversidades
y las mentiras vertidas?