Este relato está ambientado en el futuro, donde la raza humana vive en un planeta agotado, por la sobre explotación de los recursos del mismo.
Tal ha sido el consumo y la explotación de la tierra, que esta está yerma. La contaminación radioactiva ha creado mutaciones. La lluvia es peligrosa y nadie puede viajar por el planeta sin estar protegidos de los rayos solares.
La humanidad, para sobrevivir, vive en ciudades encerradas en enormes cúpulas de cristal, que dejan pasar el sol, pero protege a los humanos de la excesiva temperatura exterior. La población es debidamente controlada, para no consumir, los escasos recursos que quedan en la tierra. Y está manipulada genéticamente.
Los personajes viven sus vidas entre el temor de un desastre tecnológico, que los deje sin protección contra el medio ambiente, que ahora es nocivo y la esperanza de la recuperación del planeta.
Las intrigas siguen viviendo con sus habitantes, por el control de los pocos recursos que quedan. Ya que su control significa poder en el futuro.
La raza humana intenta sobrevivir el máximo tiempo posible en la tierra, para ver su recuperación. Es una larga agonía, que los supervivientes sufren diariamente, por la falta de agua, por las modificaciones genéticas en sus cuerpos, que les recuerdan a cada momento, que la vida está en constante peligro y no hay espacio para demasiadas frivolidades.
Entre todas las facciones hay una extremadamente peligrosa. Cuya ideología es que el planeta debe poder reparar sus propias heridas, sola, sin la presencia humana, que la llevo a esta situación.
En esta historia futurista se entrelazan historias, que en apariencia no están conectadas entre sí, pero forman algunas de las piezas de este inmenso puzle. Con un sorprendente final.
