De la colección «Quiero un futuro verde» (Parte 3)
El camino es largo
penoso el caminar
cada paso un tormento
para los ojos y el alma
por la tierra desolada.
Nadie a la vista
ni animales, ni humanos
la tierra yerma, agotada
levanta polvo a cada paso.
El sendero es ancho
circulamos por grandes avenidas
antiguamente llenas de vida
los coches abandonados
se derrumban a nuestro paso.
El alimento escasea
buscamos un río en el mapa
donde poder encontrar algo verde
lleno de vida y esperanza.
Nos quedan dos días de viaje
según los que nos guían
y después ¿que encontraremos?
esperamos que no sean solo ruinas.
El temor nos envuelve las entrañas
no esperábamos tanta destrucción
y si nuestra esperanza es marchita
¿Que será de nuestro mundo?
¿De tantos niños nacidos
con la esperanza de repoblar
este mundo marchito?
¿Pero todo está perdido?
El desánimo pesa como una losa
en frío nos envuelve con su manto
dejando la esperanza como una costra
que debe lavarse y sanar la herida
que nos devolverá a la realidad.
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Y ahora ¿Qué? Que vamos hacer.
Después de destruir la fábrica
nos tumbamos en el suelo
a las afueras de la ciudad
agotados, sin fuerzas
sin saber que pasaría ahora.
La ciudad perdida y maldita por todo.
¡Llegamos a nuestra meta!
¡Al centro de todo lo oscuro!
Y solo hay soledad, muerte
vacío y silencio.
Solo en el centro hay luz
y ruido de ir y venir
En el mar nos llenamos de dudas.
Ya llevamos tiempo navegando
en este mar tenebroso
donde la basura se acumula
en islas flotantes y herrumbre.
Pescamos de vez en cuando
para contemplar los peces
De camino hacia el futuro que deseamos.
Hoy es el día
en que empezaré a buscar
el origen de toda destrucción
más allá del mar.
Las sonrisas han muerto