Me sonrió nada más verme
dejándome aturdido
como un niño sorprendido
ante un regalo imprevisto.
Me quedé sin palabras
mi mis labios tartamudeaban
esa respuesta que nunca llegó
y que te hicieron volver la cabeza
cuando nos alejabamos.
Me sonrió, a mi
sin saber porque
entre tantos hombres
que revolotean a su alrededor.
No soy rico
ni tengo un deportivo
solo soy un currante
un hombre sencillo
que va por la vida
sufriendo su destino.
Pero ella me sonrió
y lo sigue haciendo
y cuando pregunto
me contesta con esa sonrisa
que me hace sentirme dichoso.
Me abraza en ese momento
y todas las preguntas se responden
cuando me susurra despacito
un simple “te quiero”.