Mi guitarra y yo hemos vivido
el paso del tiempo
con la melodía de la vida
en la punta de mis dedos
y el corazón en mi garganta
haciendo un dúo de alabanza
aquello que olvidamos
y somos incapaces de pronunciar.
Mi guitarra y yo hemos recorrido
caminos solitarios, reservados
a aquellos intrépidos caminantes
con los ojos puestos en el color
y el corazón loco
que inventa versos y melodías
para darle hermosura a este mundo.
Mi guitarra, hermosa como una mujer
es reflejo de lo que el hombre desea contar
cuando dos corazones se encuentran
y cantan a la vez, la melodía
que nos arrebata.
Entonces, mi guitarra y yo
nos convertimos en caballeros
que luchan contra el dragón
de la soledad que anida
en nuestros corazones.
Y en la misma batalla
descubrimos la victoria de la lucha
la emoción de estar vivos
y rompemos las cadenas de la mediocridad.
Por eso camino, por el camino
que otros no recorren
ni se atreven
para no perder
aquello por lo que nacieron.